Miguel A. Gasco

Casi 3 meses después del polémico nombramiento de su hermana como asesora en el Ayuntamiento, la alcaldesa sigue aferrada al cargo, mientras la ciudad se encuentra sumida en un caos de gobernabilidad.

Hace pocos días, el secretario general del PSOE-M volvía a pedir la dimisión de la regidora, pese a los resultados electorales del pasado 10-N. Posse, suspendida de militancia, volvió a emerger la pasada semana en encuentros institucionales para sacar pecho por la victoria de Pedro Sánchez en las urnas. Será la Comisión de Ética del PSOE la que determine las acciones a seguir cuando concluya una investigación que se ha dilatado en el tiempo y adopte una decisión, que no se ha querido hacer coincidir con el proceso electoral.

Posse, según medios nacionales, tiene defensores acérrimos en el gabinete del presidente del Gobierno. Donde se toman las decisiones de calado. Ahí es donde se sujeta la alcaldesa. Más allá de las cuitas políticas del partido en el poder y del pulso que Moncloa le ha echado a José Manuel Franco, la cadena de nombramientos a dedo ha provocado un tsunami en la ciudad, que difícilmente volverá a la normalidad de seguir Posse en su cargo. Han sido muchos los casos, todos relacionados con amigos y familiares de la alcaldesa, que ha tejido un equipo de gestión con personas muy cercanas para controlar el Ayuntamiento.

Casos que llevaron a la ruptura del Gobierno local tras la salida de Más Madrid-Ganar Móstoles y a que Posse se quedase en minoría. Vecinos de la localidad han comenzado una recogida de firmas (a la que se ha sumado el PP) para exigir su dimisión, indignados por la contratación de su hermana (a la que cesó por la presión ciudadana) con un salario de 52.000 euros y el nombramiento de personas de su entorno más íntimo. Móstoles vive en una situación de bloqueo.

Nadie entiende que el nepotismo se haya instalado en su Ayuntamiento. Y Noelia Posse tiene otra hermana.