El poder colectivo que inspiró una de las obras célebres de Lope de Vega puede servir para ilustrar el panorama que se le ha planteado a la sociedad española para hacer frente al enemigo invisible al que nos enfrentamos: el coronavirus, también conocido como COVID-19.
Los vecinos de Fuenteovejuna quisieron luchar “todos a una” contra el terror opresor, dictatorial y cruel del comendador. Y vaya si lo hicieron. Todo un ejemplo de unidad ante la adversidad.
Es verdad que la inmensa mayoría de las personas que ahora se sienten amenazadas por el virus no se habían (no nos habíamos) enfrentado nunca a un problema de tal magnitud. Ni los ciudadanos, ni los gobernantes, ni el poder económico, ni los servicios asistenciales, ni las fuerzas de seguridad. Casi nadie. Si acaso los más mayores, que ya habían sufrido las consecuencias de una contienda bélica, de una posguerra cruenta y de un siglo, el XX, febril en todos los sentidos. Unos mayores que ahora, precisamente, son los más vulnerables a la hora de soportar los efectos de ese virus.
Por eso es también necesaria la unidad. Porque desconocemos la potencia real del enemigo al que nos medimos y las armas que debemos utilizar para combatirlo. Porque tenemos claro que lo vamos a derrotar. Desde la unión.
Resulta imprescindible hacer caso a las autoridades sanitarias en todo lo que a prevención y medidas de contención se refiere. Por muy duro que sea mantener una cuarentena incluso en casos en los que la salud prima. Porque no es momento de mirarnos al ombligo. Es momento de colaborar, cada uno en la medida de sus posibilidades.
No es agradable un confinamiento doméstico y menos en contra de nuestra voluntad. Como tampoco es lógico el cierre de establecimientos que van a suponer una auténtica tragedia económica en miles y miles de familias, que van a tardar mucho tiempo en poder recuperarse de este duro golpe.
Pero es necesario. Vital. De lo contrario, podemos tener claro, no se hubiesen tomado medidas tan drásticas. Tan excepcionales. Unas medidas que suponen en su conjunto poner patas arriba todo lo que habíamos logrado a nivel colectivo.
Esa capacidad colectiva es la que ahora nos debe unir, nos debe servir para saber que entre todos podemos lograr derrotar al enemigo. La colaboración de toda la sociedad, en la que cada individuo sume en esta apuesta conjunta, en esta guerra global, va a ser nuestra mejor arma, nuestro principal ariete.
Son días duros. Y nos aguardan todavía muchos más. Pero con un rayo de esperanza, con la suma de todos y cada uno de los que componemos esta sociedad, insufrible, pero insustituible, estanos convencidos de que más pronto que tarde saldremos del túnel.
Mientras eso ocurre, es tiempo de apoyarnos. ¿Nos ayudas?